Y sin solomillo
Alberto Contador ha demostrado en el Giro que no le hace falta comerse un solomillo comprado en Irún y con cosas raras para ganar una gran vuelta. No sabemos, porque eso sólo lo sabe el corredor y su entorno más cercano, si lo del solomillo y el clembuterol detectado en el Tour es o no verdad. Pero a la vista de lo ocurrido en Italia es evidente que no le hacía ninguna falta.
Contador es el gran jefe del ciclismo actual. Le van como anillo al dedo las grandes vueltas y lo está demostrando. No es que gane sin dar una pedalada más de lo necesario, pero casi. Cuando la carretera se pone cuesta arriba es difícil seguirle y sus arrancadas sirven para dar caza a los que estando por delante parecían inalcanzables. En el Giro no ha tenido rival y lo de Scarponi y Nibali no han sido sino amagos de oposición. Los 6.10 que le ha sacado al primero y los 6.56 al segundo lo dicen todo. Y no digamos nada los 10.17 al tercero, a Gadret, un buen corredor. Contador lo tiene todo. Sube como nadie y contrarelojea al nivel de los mejores. Ganó la cronoescalada, como estaba mandado, y ayer fue tercero detrás de dos especialistas como Millar y Rasmusen.
En estos momentos el único corredor que realmente le puede poner las cosas algo más difíciles al de Pinto es Andy Schleck, ausente en el Giro para preparar mejor el Tour. Los dos se encontrarán en Francia pero todo indica que Alberto puede llegar mejor a la prueba francesa que el año pasado porque tampoco es que en el Giro se haya desgastado demasiado. Ha corrido de manera muy inteligente y haciando los grandes esfuerzos sólo en los momentos puntuales.
Contador va camino de pillar al gran Miguel Induráin en lo que a triunfos en grandes vueltas se refiere. Ya sólo está a una y nadie duda de que es un más que digno sucesor del de Villava.
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