¿El año de Lekic?

Cuando Osasuna le quitó a Lekic al Racing, por tener mejor tesorería y aportar garantías de pago, en el club navarro se sacaba pecho por estimar que se habían hecho con un gran jugador. De presente y de futuro.

Después, a lo largo de la temporada, lo del presente se quedó en un segundo plano y se empezó a pensar en el futuro. En un futuro que no era ni más ni menos que la esperanza de lo que pudiera ocurrir en la segunda temporada del serbio. La de ahora.

Lekic llegó a Osasuna con fama de goleador, de un jugador que a pesar de su estatura iba mejor con el pie -Vasiljevic dixit- que con la cabeza. Pero su rendimiento no ha sido hasta ahora para tirar cohetes. Salía a los partidos algo más que acelerado, como un caballo loco, buscandolo todo de la manera más rápida posible. Y ya se sabe que las prisas, según en que circunstancias, siempre son malas consejeras.

Ahora, Lekic se tiene que ganar la confianza de Mendilibar sabiendo que no es precisamente el ojito derecho del técnico. Y lo puede hacer como en la pretemporada siga metiendo goles como el de Lerín, esos que dice que marcaba en el Estrella Roja. Demostrando que es ese goleador que le hacía falta al equipo y que al pensar que no se tenía fue por lo que se fichó a Nino.