14/11/2008 |
1 Ha costado. Pero ha llegado. Dios aprieta, pero no ahoga. Y en el Reyno hemos visto por fin marcar un gol y ganar un partido algo que parecía perderse en el tiempo.
Un gol casi de circo, de los más extraños que se han visto con esa gran asistencia que le dio Jacobo al Rifle y con ese balón que parecía que no iba a entrar nunca. Pero un gol que ha valido el pase a los octavos de final de la Copa del Rey, una alegría a una afición que estaba hasta de recibir sólo palos y una gran dosis de moral para el equipo de cara al encuentro de San Mamés.